Advierten que existe una acumulación de deudas que no se refleja en la situación crediticia

La normativa dispuesta en el marco de la pandemia que posterga hasta diciembre la calificación de morosidad para las personas y empresas que no puedan hacer frente a sus compromisos, está generando «un efecto represa» que no permite analizar la situación crediticia actual y podría desencadenar «un gran caudal de deudas» cuando esta situación se normalice, según un informe sectorial.

El informe, elaborado por Darío Palmero, director del Estudio Palmero de Belizán & Asociados, dedicada a la gestión de cobranzas, sostiene que la normativa del Banco Central que establece que ninguna persona o empresa que caiga en mora en estos meses de aislamiento va a ser informada como morosa, «no permite ver con claridad la información crediticia actual y entender cuál es la situación real financiera».

Frente a esta situación, Palmero entendió que «cuando se abra la compuerta de esa represa que se está llenando» se va a encontrar en el sistema «un gran gran caudal de deudas que se están generando a lo largo del año».

Sobre la magnitud del problema, afirmó que «se están acumulando varias carteras de morosos con cheques rechazados y créditos impagos», y que en el caso del estudio «de los mil millones de pesos que gestionaba por mes, en enero 2021 seguramente se multiplique hasta los diez mil millones de pesos».

«Adicionalmente -aseguró-, hoy en el común de la población (pero principalmente entre la juventud), existe un grave problema: carecen de educación financiera, motivo por el cual indefectiblemente entran en mora. La complejidad del panorama sin duda alguna, lejos de beneficiar esta situación, la agudiza».

Sobre las tendencias observadas en lo que va del aislamiento, el especialista destacó que «como en muchos rubros de la economía, para la gestión de cobranza, el avance y la implementación de los medios de pago electrónicos fueron imprescindibles para la continuidad del negocio dado y representó un avance 100% hacia lo digital».

Más allá de la pandemia, también se advierte que así como hace 20 años la gestión de cobranzas se centraba en clientes de bancos y grandes empresas, «hoy el abanico de ofertas se amplió y las fuentes de financiación se diversificaron a múltiples plataformas y tarjetas de crédito o pequeños préstamos de diversa índole a disposición, incluso para personas no bancarizadas».